sábado, 22 de diciembre de 2012

YO

• Un grito en mi antebrazo de sinuosa persuasión supura con holgura la avidez de un corazón. Sulfura con locura mi niñez, y su expresión alcanza erradamente a descubrir su resquemor. Si supieran de los fantasmas que convierten mi descanso en un tormento serían más piadosos los que insisten en matar mis elementos. Yo hice que el chasquido de mi yo más interior refleje en otras almas que es de todos mi dolor. Yo quise que el castigo de un Estado represor se vuelva perceptible hasta en el último rincón, hasta en el último rincón, hasta en el último rincón. Yo busco en las paredes, en las celdas, en el sol. Yo creo que se puede, que se quiera es mi intención. Yo lucho por mi madre, por la tuya y por lograr que entiendan que el planeta es una madre por palmar. Cuando estaba por sucumbir a la obediencia una luz rompió la puerta. Un niño se hizo llanto y un rugoso corazón sufrió un espasmo. Yo daba lo que fuera por salvar a la ilusión, salvando a los que salvan esta falsa salvación. Luciano ha aparecido cuando desapareció. Luciano ha aparecido y enterró a la confusión, enterró a la confusión, enterró a la confusión. Mi voz es la hoz que un botija en sigilo convirtió en grito etéreo. Callarlo es el crimen del orden sumiso. Por eso ABRO EL JUEGO. Por eso ABRO EL JUEGO.

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Suspiros olvidados