jueves, 22 de agosto de 2013

El mundo te romperá el corazón de todas las formas imaginables. Eso está garantizado y yo no puedo explicarlo, como tampoco la locura que llevo dentro ni la locura que llevan los demás. La vida nunca es justa pero debes afrontar los golpes y seguir adelante. Y cuando tengas el corazón roto tendrás que volver a construirlo y, no solo eso, tendrás que volver a confiar y esta es la parte más difícil. A pesar de todo esto, aunque la vida rompa todas tus ilusiones debes seguir soñando, ¿sabes por qué? Porque si no te ilusionas, porque si no sueñas, porque si no amas ¿qué clase de vida estarás viviendo? ¿para qué quieres una vida si no la estás aprovechando? No se puede vivir con miedo toda la vida. La vida es así: te caes, te levantas y te vuelves a caer. Pero, si ni siquiera te mueves por temor a caerte, en realidad, ya te has hundido.

¡Aquí se respira lucha!

Soy, soy lo que dejaron. Soy toda la sobra de lo que se robaron. Un pueblo escondido en la cima, mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima. Soy una fábrica de humo, mano de obra campesina para tu consumo. Frente de frío en el medio del verano, el amor en los tiempos del cólera, mi hermano. El sol que nace y el día que muere, con los mejores atardeceres. Soy el desarrollo en carne viva, un discurso político sin saliva. Las caras más bonitas que he conocido, soy la fotografía de un desaparecido. Soy la sangre dentro de tus venas, soy un pedazo de tierra que vale la pena. Soy una canasta con frijoles, soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles. Soy lo que sostiene mi bandera, la espina dorsal del planeta es mi cordillera. Soy lo que me enseñó mi padre, el que no quiere a su patria no quiere a su madre. Soy América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina. Tú no puedes comprar al viento. Tú no puedes comprar al sol. Tú no puedes comprar la lluvia. Tú no puedes comprar el calor. Tú no puedes comprar las nubes. Tú no puedes comprar los colores. Tú no puedes comprar mi alegría. Tú no puedes comprar mis dolores. Tengo los lagos, tengo los ríos. Tengo mis dientes pa' cuando me sonrío. La nieve que maquilla mis montañas. Tengo el sol que me seca y la lluvia que me baña. Un desierto embriagado con bellos de un trago de pulque. Para cantar con los coyotes, todo lo que necesito. Tengo mis pulmones respirando azul clarito. La altura que sofoca. Soy las muelas de mi boca mascando coca. El otoño con sus hojas desmalladas. Los versos escritos bajo la noche estrellada. Una viña repleta de uvas. Un cañaveral bajo el sol en cuba. Soy el mar Caribe que vigila las casitas, haciendo rituales de agua bendita. El viento que peina mi cabello. Soy todos los santos que cuelgan de mi cuello. El jugo de mi lucha no es artificial, porque el abono de mi tierra es natural. Tú no puedes comprar al viento. Tú no puedes comprar al sol. Tú no puedes comprar la lluvia. Tú no puedes comprar el calor. Tú no puedes comprar las nubes. Tú no puedes comprar los colores. Tú no puedes comprar mi alegría. Tú no puedes comprar mis dolores. Você não pode comprar o vento. Você não pode comprar o sol. Você não pode comprar chuva. Você não pode comprar o calor. Você não pode comprar as nuvens. Você não pode comprar as cores. Você não pode comprar minha felicidade. Você não pode comprar minha tristeza. Tú no puedes comprar al sol. Tú no puedes comprar la lluvia. (Vamos dibujando el camino, vamos caminando). No puedes comprar mi vida. MI TIERRA NO SE VENDE. Trabajo en bruto pero con orgullo. Aquí se comparte, lo mío es tuyo. Este pueblo no se ahoga con marullos. Y si se derrumba yo lo reconstruyo. Tampoco pestañeo cuando te miro, para que te acuerdes de mi apellido. La operación cóndor invadiendo mi nido. ¡Perdono pero nunca olvido! (Vamos caminando) Aquí se respira lucha. (Vamos caminando) Yo canto porque se escucha. Aquí estamos de pie. ¡Que viva Latinoamérica! No puedes comprar mi vida.

Carta del Che a los estudiantes de Medicina

 El principio en que debe basarse el atacar las enfermedades, es crear un cuerpo robusto, pero no crear un cuerpo robusto con el trabajo artístico de un médico sobre un organismo débil, sino crear un cuerpo robusto con el trabajo de toda la colectividad, sobre toda esa colectividad social.
 Y la medicina tendrá que convertirse un día, entonces, en una ciencia que sirva para prevenir las enfermedades, que sirva para orientar a todo el público hacia sus deberes médicos, y que solamente deba intervenir en casos de extrema urgencia, para realizar alguna intervención quirúrgica, o algo que escapa a las características de esa nueva sociedad que estamos creando. Que sirva para dar asistencia al mayor número posible de personas, y sirva para prevenir todo lo previsible en cuanto a enfermedades, y para orientar al pueblo.
 Se necesita, fundamentalmente, el individuo y nuestra tarea de hoy es orientar la capacidad creadora de todos los profesionales de la Salud hacia las tareas de la medicina social.
 El individualismo como tal, como acción única de una persona colocada sola en un medio social, debe desaparecer. Para cambiar de manera de pensar hay que sufrir profundos cambios interiores, y asistir a profundos cambios exteriores, sobre todo sociales.
 Y una forma de llegar hasta la parte medular de la cuestión médica es no sólo conocer, no sólo visitar, a las gentes que forman esas cooperativas y esos centros de trabajo, sino también averiguar allí cuáles son las enfermedades que tienen, cuáles son todos sus padecimientos, cuáles han sido sus miserias durante años y, hereditariamente, durante siglos de represión y de sumisión total.
 El trabajador médico, debe ir entonces al centro de su nuevo trabajo, que es el hombre dentro de la masa, el hombre dentro de la colectividad.
 Siempre, pase lo que pase en el mundo, el médico, por estar tan cerca del paciente, por conocer tanto de lo más profundo de su psiquis, por ser la representación de quien se acerca al dolor y lo mitiga, tiene una labor muy importante, de mucha responsabilidad en el trato social.
 Debemos, entonces, empezar a borrar nuestros viejos conceptos, y empezar a acercarnos cada vez más, y cada vez más críticamente al pueblo. No como nos acercábamos antes, porque todos ustedes dirán: -Todo el mundo lo ha hecho. Pero lo han hecho practicando la caridad, y lo que nosotros tenemos que practicar hoy, es la solidaridad. No debemos acercarnos al pueblo a decir: "Aquí estamos. Venimos a darte la caridad de nuestra presencia, a enseñarte con nuestra ciencia, a demostrarte tus errores, tu incultura, tu falta de conocimientos elementales". Debemos ir con afán investigativo, y con espíritu humilde, a aprender en la gran fuente de sabiduría que es el pueblo.
 Muchas veces nos daremos cuenta de lo equivocados que estábamos en conceptos que de tan sabidos, eran parte nuestra y automática de nuestros conocimientos. Muchas veces debemos cambiar de todos nuestros conceptos, no solamente los conceptos generales, los conceptos sociales o filosóficos, sino también, a veces, los conceptos médicos. Y veremos que no siempre las enfermedades se tratan como se trata una enfermedad en un hospital, en una gran ciudad; veremos, entonces, como el médico tiene que ser también agricultor, y cómo aprender a sembrar nuevos alimentos, y sembrar con su ejemplo, el afán de consumir nuevos alimentos, de diversificar esta estructura alimenticia, tan pequeña, tan pobre, en una de las regiones agrícolamente, potencialmente también, más ricos de la tierra. Veremos, entonces, cómo tendremos que ser en esas circunstancias, un poco pedagogos, a veces un mucho pedagogos; cómo tendremos que ser políticos también; cómo lo primero que tendremos que hacer no es ir a brindar nuestra sabiduría, sino ir a demostrar que vamos a aprender, con el pueblo, que vamos a realizar esa grande y bella experiencia común.
 Si ya tenemos todos los elementos para marchar hacia el futuro, recordemos aquella frase de Martí, que en este momento yo no estoy practicando pero que hay que practicar constantemente: "La mejor manera de decir es hacer", ¡y marchemos entonces hacia el futuro de nuestra América Latina!

Entre apreciación y posesión

Si amas una flor, no la recojas. Porque si lo haces ésta morirá y dejará de ser lo que amas. Entonces si amas una flor, déjala ser. El amor no se trata de posesión. El amor
se trata de apreciación
Tú tienes tu manera. Yo tengo la mía. La perfecta y única manera de hacer las cosas no existe.

NI UNA SOLA PALABRA DE AMOR



Nosotros, tan así

martes, 6 de agosto de 2013

¿Que es una lágrima?

Para vivir hay que saber olvidar. Y olvidarse también del futuro.

Esta frase del libro que terminé de leer hace poco me viene justo. ¿Por qué? Porque siento que estoy atravesando tiempos de cambios, en donde estoy intentando olvidarme de varias cosas, sobre todo del futuro. Ese futuro que como una cruel ironía me perseguía, y no me dejaba (y deja, estoy en medio de una transición) disfrutar y vivir como quiero el presente. Este presente que cuando alcance dicho futuro, seguramente voy a extrañar. ¿De qué vale la pena hacer las cosas por inercia, obligación, si no hay un mínimo goce? Últimamente no estaba teniendo ganas de levantarme de la cama, el autoestima y los ánimos los tenía por el piso. Porque como dije en un post anterior, siento que me estoy convirtiendo en todo aquello que detesto. Y no quiero llegar a mis 30, 40 años y decir que no hice nada, nada de lo que me hubiera gustado hacer. Y no reniego de la carrera que elegí seguir, sé que desde mi lugar de futura profesional (e incluso antes también) voy a poder poner un granito de arena, ayudar y ejercer mi vocación. Y todo lo demás, tendrá lo que tenga que ser. Ya no sé hasta que punto las cosas se están forzando o luchando. ¿Cuál es el límite? Hace poco alguien me recordó que yo siempre fui muy positiva, que la decisión que tomara iba a ser la correcta. Tengas dudas con todo, pero decido saber olvidar, olvidarme del futuro y disfrutar todo lo que tengo (que es mucho, sólo que a veces se me escapa), volver a bailar, participar de voluntariados que la facultad no me permitía por la carga horaria y el tiempo que le dedicaba al estudio, pasar más tiempo al aire libre y pasear, conocer y aprender, sin exigencias. En fin, vivir realmente.