miércoles, 24 de diciembre de 2014




[...] – ¿Ve usted lo que llevo en el cuello?
– Una corbata.
– Muy bien. Su respuesta es lógica, coherente con una persona absolutamente normal: ¡una corbata!
» Un loco sin embargo, diría que tengo en el cuello una tela de color, ridícula, inútil, atada de una manera complicada, que dificulta los movimientos de la cabeza y exige un esfuerzo mayor para que el aire entre a los pulmones. Si me distraigo estando cerca de un ventilador, puedo morir estrangulado por ese trapo.
» Si un loco me pregunta para qué sirve una corbata, le tendría que contestar: absolutamente para nada. Ni siquiera como adorno, porque hoy en día se ha convertido en símbolo de esclavitud, poder, distanciamiento. La única utilidad de la corbata consiste en llegar a casa y quitársela, para tener la sensación de que estamos libres de algo que ni sabemos qué es. [...]

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Suspiros olvidados